14 de julio de 2011

La pluma de Alberta III

Ahí seguía. Como esperando a que yo le dirigiera la palabra, mis labios querían besarle, pero se resistieron a pecar, ahí estaba él con su sonrisa y yo idiotizada contemplaba cada palabra tonta que salía de su boca, quise lanzarme sobre él, arrancarle la ropa allí frente a todos no me importaba, fue tanto el deseo que tuve que decir buenas noches y salir antes de que la locura me alcanzara, antes de que mis impulsos hicieran que tomara su cara y le plantara un beso, de esos que al día siguiente te parten los labios de tan ardiente que fue, me encontraba tan extasiada que no me quedo de otra que salir casi corriendo disimuladamente, sin emoción aparente, mientras por dentro ardía un volcán de pasión que tuve que apagar mientras me masturbaba pensándole, hasta que al final me quede dormída...