28 de septiembre de 2011

Nada que hacer

Correr, encontrarme con mi centro, re ubicarme en el templo de tu paz,
calma, serenidad... Eliminar esta agonía reprimida que se nota en las bolsas de mis ojos cansados,
en el quiebre de mi voz al mencionarte, a la vista de las nubes en forma de tu nombre, ¿Qué hago si no es llorar?.


Aveces suplican mis dedos marcar esos números que me harían escuchar tu voz,
Mis manos siempre frías, ya no está aquella ternura que tu aliento transmitía,
Correr, arrancarme el orgullo que provoca el miedo a perder,
arriesgarme a que me digas que no, a sufrir tu rechazo ¿Qué importa ya?
Mi ego me grita ¡No lo hagas! Mi dignidad se queda a la reserva, mi inteligencia calcula las probabilidades sin decirme si o no, mi corazón ... ¿Qué decir de él? si por el fuera estuviera besándote los pies, haciéndote el amor, besándote con furia.


Las flores no lucen bellas y la luna me observa burlona... No sé que estarás haciendo, pero yo estoy destrozada, ya han pasado varios meses y aunque así te lo demuestre que tu examor no causa nada, yo sigo por las noches añorando tu recuerdo, contándole a mi almohada nuestro cuento del regreso.